domingo, 2 de marzo de 2008

Acechas tras las sombras

"Porque sé que nos buscamos voy pisando pasos que ya dí..."
Son las nueve de la noche. Otro día que sale del trabajo más tarde de lo necesario. No atina siquiera a fastidiarse porque esta vez, igual que siempre, no se ha perdido de mucho. Tal vez algunas horas de estar atrapada en el tráfico o de pasar más tiempo en casa. Nada más
En la oficina sólo queda el vigilante y ella, además de silencio y oscuridad. Desde las cinco de la tarde deambula por el ciberespacio y para entretenerse recurre a las imágenes que su imaginación construye. Pero el tiempo pasa y sus efectos empiezan a sentirse sobre sus piernas y columna anunciándole que la hora de partir ha llegado. Mientras apaga su PC contempla el reflejo de su rostro por última vez. Ensaya su mejor sonrisa aunque esté despeinada y con los ojos cansados.
Recorre soberana los pasillos vacíos y conforme se acerca a la salida aumenta la fuerza de sus pisadas para despertar al vigilante del ensueño en el que se encuentra sumergido.
A esta hora la calle luce desierta y el aire de la noche la refresca. Empieza a caminar hacia el paradero y de inmediato la invade la sensación de que alguien, desde un lugar secreto (que aún no llega a descubrir) la observa. Aquella sensación la acompaña desde hace un par de semanas atrás pero se resiste y quiere creer que su imaginación le juega malas pasadas a pesar de que algunos indicios le insinúan lo contrario.
En vez de acelerar el paso, camina más despacio. Sus pasos lentos evidencian el secreto anhelo de que aquella misteriosa presencia salga a su encuentro y acabar así, de una vez por todas, con la infernal rutina de caminar sola, cada noche, por el mismo rumbo, viendo a los tipos de siempre, soportando sus miradas lascivas, escuchando sus frases obscenas. Sin embargo, ella sabe que hasta para esto debe esperar, calmar sus ansias, no echarlo a perder. Entonces se las ingenia para (a su manera) dejarle claro que desea un pronto encuentro. Esta es la razón por la que últimamente se ha vuelto tan ubicable. Frecuenta los mismos bares, recorre las mismas calles o deja en su blog pistas sobre su próximo destino. Mientras él aguarda en las sombras; ella en el lado opuesto, lo espera dispuesta, dócil, complaciente, vibrante. Por momentos siente que aunque cada cual se mantiene en su frontera, la oscuridad y la luz podrían fundirse.
Hasta que por fin el momento en que todo se desencadene llegue, enciende su viejo discman en busca de compañía. Entonces siente que la esperanza crece dentro de ella, invadiéndola de luz. Una esperanza pequeña, atrevida, inconveniente, impertinente. Ella trata de ignorarla pero en el fondo sabe que esta ahí, en medio de ella, creciendo, abriéndose paso, atravesándola. Sabe también que ya no necesita viajar aunque una parte de ella quiere hacerlo. Ya se dio cuenta que cuando más trata de escapar termina introduciéndose más en el recuerdo de aquello que desea olvidar. Prefiere entonces quedarse aquí, recorriendo las mismas calles, sobreviviendo a las mismas noches, esperando a ver que sucede y aunque al final no suceda nada, esta espera la entretiene. Por fin llega al paradero, y antes de levantar la mano para detener el autobús que perpetuará su rutina diaria de volver a casa, cierra los ojos, se muerde despacito los labios y pide un deseo: encuéntrame. Ahora, todo es cuestión de tiempo.

Soundtrack del post: Cruzando puertas, Robi Draco Rosa
"tu cuerpo acecha tras las sombras, tu cuerpo laberinto eterno..."



El dato: Este video pertenece a ENCUENTROS, concierto que contó con la participación de tres
mostros: Rubén Blades, Juan Luis Guerra y Robi Draco. Altamente recomendable y no olviden:
oído a la letra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

You were right!

;)


* You're so beautiful, Karina.

escenica dijo...

Una persona siempre me decia: lo que no esta destinado para uno simplemente no es.
A veces la vida no da unos mensajes que no podemos decifrar