Por lo general la gente suele ponerse nerviosa en Diciembre. Al parecer el advenimiento de un nuevo año así como la latente posibilidad de que con el llegue el temido fin del mundo tal vez nos pone vulnerables. Sobre todo si tienes, como decía mi abuelita, “ropa tendida”.
Mi cumpleaños (caprichosamente) es el 31 de diciembre y por lo general suelo recibir toda clase de sorpresas provenientes de personas (nostálgicos los llamo) que en aras de mi dignidad ya he dejado de frecuentar y recordar. Tal vez hacerme llegar sus saludos, perdones o pedidos de una segunda oportunidad sean sus cábalas de fin de año.
Lo cierto queridos míos es que tocaron la puerta equivocada. Si caminan un poco más pueden llegar a una iglesia que abre todos los días del año. Allí pueden depositar sus esperanzas de perdón. Es cierto que en mi puerta antes vivía una noble mujer que al escuchar las más inverosímiles excusas a sus propuestas de amor, regalaba un millón de oportunidades más para que las desperdicien tanto como quieran. Sin embargo, ella ya no vive más aquí. Para mi eso es toda una vaina, porque justo ahora un patita acaba de dejar vía mail, un adjunto de Word para ella. Ya lo he leído y pienso que si tuviera poderes quemaría la carta con la mirada. Ahora les cedo a ustedes, el turno de leerla.
Subject del mail: Hola, ¿aún estas allí?
Hola, ¿cómo estás?… parece que bien. Te sorprenderá que te escriba después de tanto tiempo sin estar en contacto pero después de la última vez que nos vimos, me es imposible vivir sin querer volver a saber de ti.
El día que nos encontramos en aquella iglesia estaba a cargo de Maricarmen porque Helena tenía que salir. Aburridos de ver toda la programación de Nickelodeon la lleve a dar un paseo por el centro de Lima. Llegamos a la iglesia y Maricarmen se puso a alimentar a las palomas. Ella te vio primero y me dijo: mira papá esa chica se parece a la que estaba en tu computadora. Levanté la mirada y si pues, eras tú. Subiendo las escaleras con tu tacos, tu moñito y tu vestido rojo. Como para ponerte un listón en la cabeza. Gracias papá Noel, aunque un poco tarde este es mi regalo de navidad, pensé. Decidí abordarte y mientras caminaba hacia ti, con Maricarmen de la mano, pensaba en que mis tardes de tristeza y soledad habían llegado a su fin y escuchaba tu risa, incontenible por la alegría del reencuentro.
Cuando volteaste a ver quien demonios tocaba con un dedo tu blanca espalda, sentí que moría un poco. Pensé que al verme por lo menos abrirías los ojos desmesuradamente o tal vez esconderías con la mano, tu boca exageradamente abierta, en señal de sorpresa. Pero nada de nada, ni siquiera un brillito en los ojos. Recuerdo que siempre decías que no sabías mentir porque tu cara te delataba. Es cierto, ese día tu rostro inexpresivo me gritó que era un imbécil al pensar que aún te importaba. Sin embargo eso no fue lo peor.
Cuando llego tu amigo ese (cuyo nombre prefiero no recordar) y lo saludaste tan efusivamente, con ese entusiasmo característico en ti, quise ahogarme con una bolsa de plástico. Felizmente Maricarmen estaba allí para impedirlo. El resto de la tarde tuve que esforzarme muchísimo para que ella no se diera cuenta que andaba de la mano con el fantasma de su padre.
A partir de ese entonces no pude dejar de pensar en ti, en todo lo que pasó entre nosotros y sobre todo en aquello que impedí que pasara. Recordé las anécdotas, las veces que nos divertimos juntos y que nunca llegamos a pelearnos. Sentí que a pesar del poco tiempo que estuvimos, habíamos sido muy felices. Pero con esos lindos recuerdos también sobrevino la memoria de mi insensatez. Las veces que me buscaste para que te explique el porqué de mi alejamiento; cuando no te contestaba las llamadas, los mensajes o te ignoraba en el Chat, las veces que tocaste mi puerta y no salí a abrirte…Dios como no odiarme…como no merecer tu indiferencia.
Sé que no puedo decir mucho a mi favor, sólo que en ese momento los problemas amenazaban con devorarme por completo: Helena aprovechando el pánico de nuestra separación para querer llevarse todo mi miserable patrimonio, Maricarmen y sus necesidades, en el trabajo todo jodidaso… pero lo peor de todo fue lo de la estafa. Cuando me confrontaste, te dije que tenía muchos roches pero contestaste que lo querías era un espacio en mi corazón y no en mi cabeza, porque tu no eras un problema de matemáticas. Te dije que eso era bonito como poema pero que en el mundo real no funcionaba y me salí del Chat. ¿Qué maldito no? Pero creo que ya pague por todo lo que te hice y ahora no pienso desaprovechar esta oportunidad. Creo que haberte visto en esa iglesia es una señal, como tú siempre decías. De ahora en adelante voy a creer en las señales, así que te pido que me des una oportunidad para poder volver a verte y así podamos resolver aquello que dejé pendiente. Piénsalo, te dejo mis datos porque conociéndote sé que ya los borraste.
Cuídate mucho.
Te espero.
Mi cumpleaños (caprichosamente) es el 31 de diciembre y por lo general suelo recibir toda clase de sorpresas provenientes de personas (nostálgicos los llamo) que en aras de mi dignidad ya he dejado de frecuentar y recordar. Tal vez hacerme llegar sus saludos, perdones o pedidos de una segunda oportunidad sean sus cábalas de fin de año.
Lo cierto queridos míos es que tocaron la puerta equivocada. Si caminan un poco más pueden llegar a una iglesia que abre todos los días del año. Allí pueden depositar sus esperanzas de perdón. Es cierto que en mi puerta antes vivía una noble mujer que al escuchar las más inverosímiles excusas a sus propuestas de amor, regalaba un millón de oportunidades más para que las desperdicien tanto como quieran. Sin embargo, ella ya no vive más aquí. Para mi eso es toda una vaina, porque justo ahora un patita acaba de dejar vía mail, un adjunto de Word para ella. Ya lo he leído y pienso que si tuviera poderes quemaría la carta con la mirada. Ahora les cedo a ustedes, el turno de leerla.
Subject del mail: Hola, ¿aún estas allí?
Hola, ¿cómo estás?… parece que bien. Te sorprenderá que te escriba después de tanto tiempo sin estar en contacto pero después de la última vez que nos vimos, me es imposible vivir sin querer volver a saber de ti.
El día que nos encontramos en aquella iglesia estaba a cargo de Maricarmen porque Helena tenía que salir. Aburridos de ver toda la programación de Nickelodeon la lleve a dar un paseo por el centro de Lima. Llegamos a la iglesia y Maricarmen se puso a alimentar a las palomas. Ella te vio primero y me dijo: mira papá esa chica se parece a la que estaba en tu computadora. Levanté la mirada y si pues, eras tú. Subiendo las escaleras con tu tacos, tu moñito y tu vestido rojo. Como para ponerte un listón en la cabeza. Gracias papá Noel, aunque un poco tarde este es mi regalo de navidad, pensé. Decidí abordarte y mientras caminaba hacia ti, con Maricarmen de la mano, pensaba en que mis tardes de tristeza y soledad habían llegado a su fin y escuchaba tu risa, incontenible por la alegría del reencuentro.
Cuando volteaste a ver quien demonios tocaba con un dedo tu blanca espalda, sentí que moría un poco. Pensé que al verme por lo menos abrirías los ojos desmesuradamente o tal vez esconderías con la mano, tu boca exageradamente abierta, en señal de sorpresa. Pero nada de nada, ni siquiera un brillito en los ojos. Recuerdo que siempre decías que no sabías mentir porque tu cara te delataba. Es cierto, ese día tu rostro inexpresivo me gritó que era un imbécil al pensar que aún te importaba. Sin embargo eso no fue lo peor.
Cuando llego tu amigo ese (cuyo nombre prefiero no recordar) y lo saludaste tan efusivamente, con ese entusiasmo característico en ti, quise ahogarme con una bolsa de plástico. Felizmente Maricarmen estaba allí para impedirlo. El resto de la tarde tuve que esforzarme muchísimo para que ella no se diera cuenta que andaba de la mano con el fantasma de su padre.
A partir de ese entonces no pude dejar de pensar en ti, en todo lo que pasó entre nosotros y sobre todo en aquello que impedí que pasara. Recordé las anécdotas, las veces que nos divertimos juntos y que nunca llegamos a pelearnos. Sentí que a pesar del poco tiempo que estuvimos, habíamos sido muy felices. Pero con esos lindos recuerdos también sobrevino la memoria de mi insensatez. Las veces que me buscaste para que te explique el porqué de mi alejamiento; cuando no te contestaba las llamadas, los mensajes o te ignoraba en el Chat, las veces que tocaste mi puerta y no salí a abrirte…Dios como no odiarme…como no merecer tu indiferencia.
Sé que no puedo decir mucho a mi favor, sólo que en ese momento los problemas amenazaban con devorarme por completo: Helena aprovechando el pánico de nuestra separación para querer llevarse todo mi miserable patrimonio, Maricarmen y sus necesidades, en el trabajo todo jodidaso… pero lo peor de todo fue lo de la estafa. Cuando me confrontaste, te dije que tenía muchos roches pero contestaste que lo querías era un espacio en mi corazón y no en mi cabeza, porque tu no eras un problema de matemáticas. Te dije que eso era bonito como poema pero que en el mundo real no funcionaba y me salí del Chat. ¿Qué maldito no? Pero creo que ya pague por todo lo que te hice y ahora no pienso desaprovechar esta oportunidad. Creo que haberte visto en esa iglesia es una señal, como tú siempre decías. De ahora en adelante voy a creer en las señales, así que te pido que me des una oportunidad para poder volver a verte y así podamos resolver aquello que dejé pendiente. Piénsalo, te dejo mis datos porque conociéndote sé que ya los borraste.
Cuídate mucho.
Te espero.
Te extraño.
Soundtrack del Post: I miss You, Blink 182"Like indecision to call you and hear your voice of treason
Will you come home and stop this pain tonight, stop this pain tonight"

I made this music player at MyFlashFetish.com.
0 comentarios:
Publicar un comentario