La iniciada, con los ojos vendados y aferrada a la baranda sigue descendiendo lentamente hasta el último de los infiernos. Su descenso oculta un deseo ávido de destrucción, un regocijo interno que la deleita porque sabe que pasada la prueba más feróz regresará aún más brillante, más hermosa, más plena que nunca.
lunes, 25 de julio de 2011
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